viernes, 1 de febrero de 2008

Reflexiones con imágenes desde lo Alto


Vista desde el camino a El Alto

Escribo después de unos días de ausencia. Estuve muy ocupada entrevistando hasta ahora a unos 13 jóvenes y a un especialista. Me quedan unos diez o quince jóvenes más, además de una quincena de especialistas en temas de juventud, cultura; sociólogos y politólogos.

La semana que viene empezaré a trabajar como voluntaria en la biblioteca del centro comunitario donde se nuclean muchos de los jóvenes, catalogando libros, fruto de donaciones. Esta muy bueno el espacio que voy ganando dentro del centro y la confianza que me tienen casi todos los chicos. Es también un gran desafío y responsabilidad. Escuchar varias historias de vida fuerte por día te hace reflexionar mucho sobre lo que somos y tenemos y en términos de movimientos sociales te hace pensar que se necesita articulación para llegar a hacer "algo". Muchos de los "changos" (jovenes) con los que hablo hacen música para ellos mismos en sus casas, se graban en cassettes o en estudios caseros con computadoras que se han comprado gracias a sus esfuerzos. Tienen miedo de nuclearse en colectivos o de seguir a un lider porque los códigos del mundo hip hop propulsan la vida under y la ley "del más fuerte" así como cierto individualismo y competencia (los duelos hablados entre raperos se llaman "batallas"). Existe cierta territorialidad en este mundo. Si un grupo frecuenta la radio o un centro comunitario, los otros no quieren pisar el lugar. Socialmente salen de sus cápsulas atómicas cuando las instituciones los convocan a cantar. Así muchos han participado en el Cabildo por la Capitalia de La Paz, el cierre de campaña del MAS, campañas de educación vial, contra la contaminación acústica, talleres en cárceles o con mujeres o mineros, animación de actos de las Juntas Vecinales, recordatorios de las masacres de Octubre de 2003... Se van haciendo bastante conocidos, pero no logran nuclearse como colectivo y eso -en cierta medida- me parece una lástima porque así tienen menos peso.

Todos están en el mismo trance, con familias muchas veces desmembradas; a menudo con historias de calle, centros de rehabilitación y lios con la poli. De una manera u otra han participado en los sucesos de Febrero y Octubre (2003); algunos de sus familiares han participado de organizaciones políticas como sindicatos, asociaciones, partidos, juntas vecinales.. Todos defenestran a los políticos tradicionales por corruptos y vendidos. Consideran al rap su manera de expresar "lo que sienten", "lo que les duele" o "lo que han vivido como un consejo" para que otros no caigan en las drogas, la calle o el alcohol. Hasta el momento veo que tiene un gran componente catártico. También identitario: sus mamás muchas veces son "de pollera" (como se le dice a las "cholas" frente a las "señoras de vestido", como vendría a ser yo) y ellos lo expresan orgullosos, sólo algunos hablan aymara o quechua pero todos están hartos de que los traten de "indios de mierda". Detestan a los medios de comunicación a los que tildan de manipuladores y vendidos a las "trasnacionales". No es de extrañar: la representatividad de las mayorías en la TV es casi nula (salvo en el canal estatal): son todos "blancones" y "jailones" (chetos), propulsan el consumismo y la occidentalización en una sociedad en la que los valores tradicionales comunitarios como el ayni y el ayllu son todavía muy fuertes. El rap sería una manera de resistir....

Estas son algunas de mis primeras reflexiones... he estado haciendo más cosas esta semana: ayer asistí a una proyección de un documental sobre Enero Negro en Cochabamba (2007) y los jóvenes alteños debatieron después sobre los Comités Cívicos (Santa Cruz) o su equivalente las Juventudes por la Democracia (Cochabamba y ahora también en La Paz). Son grupos de "blancones pagados por las prefecturas que tienen miedo al poder del indio, te dicen indio de mierda volvete al campo y nos escupen". Y no sólo eso: en el documental se los veía con armas de fuego y palos con alambre de pua en las puntas queriendo aniquilar a los "indios". Muchos dicen que temen un (mayoritariamente) ridículo brote de la discriminación a la inversa. Lo que sí no deben querer perder son sus beneficios en una sociedad terriblemente desigual. Los llaman neofascistas. Su existencia no sólo parece terrible y temible; lo que sería un problema también es que los jovenes alteños -por ejemplo- también empezaran a armarse para defenderse de sus ataques (algunos ayer proponían eso). Eso propiciaría una guerra civil ... Por eso es que expresar el descontento a través del arte, en casos como el rap, parecería ser una manera menos sangrienta de propiciar el cambio o la concientización. En Cochabamba ya han surgido las Juventudes Antifascistas


Me voy a Oruro por carnavales hasta el domingo o lunes a la noche. A mi vuelta nos vemos.
Les debo para mi regreso una crónica sobre un proyecto de arte con lustrabotas y una reflexión sobre los técnicos y consultores de los sectores públicos actuales (y pasados) y de los Organismos Internacionales y las ONGs que (con suerte) intentan ayudar sin tener ni idea de la cosmovisión andina (concepción de la Tierra -Pachamama-, lazos solidarios, comunidad), gastándose millonadas en proyectos que sólo se hacen pour la galerie.

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