jueves, 17 de enero de 2008

Mi primer día en El Alto (viva)

Viva, porque, en verdad, era la segunda vez que estaba en El Alto. Allí se encuentra el aeropuerto y me imagino recordarán que mi experiencia allí distó mucho del mundo de la salud y me acercó estrepitosamente al mundo de los muertos-vivos-desmayados- vomitados.

Fui a El Alto porque allí es donde se encuentra uno de los centros comunitarios juveniles donde se centran parte de los raperos aymaras con los que trabajaré.

Para más info sobre El Alto ver posts previos.
Llegué en una especie de taxi compartido que me tomé cerca de casa y volví en una combi con voceador (especie a la cual un día de estos le dedicaré un post).

El camino de curvas es impresionante. no tanto porque marée (me había tomado un dramamine!), si no por la vista de picos nevados y de La Paz desde arriba. Hoy fui sin cámara y robé esta picture de internet. Prometo pronto fotos propias.
Llegué a una zona medio descampada (del estilo que tienen en el primer post que puse hoy) y llamé por teléfono al Centro de jóvenes para que me vinieran a buscar. Caminamos dos cuadras y allí estaba: Un lugar con escenario, humilde bar y un estudio de radio donde los jóvenes pasan música y hacen sus propios programas. Siempre lo pensé, pero hoy más que nunca creo que este centro es una excelente iniciativa. Brinda esperanzas en un lugar tan desolado. Como su increíble coordinador me explicaba, muchos alteños antes ocultaban que vivían en El Alto así como su condición de aymaras (75% de los alteños). Por ambos hechos eran discriminados. El hecho de ser jóvenes les quitaba aun más credibilidad, en una sociedad que solía -hasta hace poco- ser muy jerárquica en los ámbitos familiares ("los mayores siempre tienen la razón").

Pero desde hace unos años, algunas cosas están cambiando. Grupos como el de los raperos re-afirman su identidad aymara y alteña con orgullo. Desde Wayna Tambo (el centro) se les brinda apoyo y legitimidad institucional y se les da un marco de contención importantísimo. Fue creado hace doce años por militantes culturales (artistas de distintos géneros) que creían y creen en la diversidad en equilibrio. Si lucharon para que El Alto no fuera menos que La Paz, ahora no dejan que los jóvenes alteños se exacerben y descalifiquen a los paceños. Menuda tarea.

Les propuse asistir al centro unas tres veces por semana como voluntaria, haciendo lo que sea, mientras realizo mis actividades de observación participante y, en unas semanas, cuando estemos más en confianza, comienzo a realizar las entrevistas a los chicos. Hoy tenían una reunión del tipo asamblearia donde iban a decidir si aceptaban mi propuesta o no.

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